CAPÍTULO XVIII
PENSAMIENTOS Y RECUERDOS
En este último capítulo trataré de reunir algunos pensamientos y recuerdos que contribuirán a configurar mejor la silueta de nuestra Madre y formarán un precioso ramillete de variadas flores recogidas por la observación y el cariño de sus hijas.
1) El pecado fue su mayor horror; a dos hermanas, que no tenían rencor, pero que no se hablaban, les dijo que si comulgaban conservando esa actitud nunca ofrecieran la Comunión por ella. Decía que diariamente pedía al Señor; Si alguna se va a condenar, que salga antes de la casa; que yo pueda tener la confianza que todas mis hijas se salven.
2) Un día nos dijo: que si Nuestro Señor había concedido gracias especiales a los fundadores, que ella le pedía siempre que ningún miembro de la Congregación se condenara.
3) En los días aciagos de la persecución religiosa, recuerdo que nos dijo en una conferencia que nos dio el día de Pentecostés; debemos conservar siempre el amor al Papa y estar siempre dispuestas a perderlo todo, aún la propia vida, por vivir en comunión con él y toda la santa Iglesia.
4) Su “guardia ante el Santísimo” la hacía con un fervor que edificaba; a pesar de su mal dormir y comer jamás se dormía. Nos llamaba mucho la atención cuando nosotras lo hacíamos. Les falta fe, es el Rey del cielo el que está presente en el Santísimo Sacramento; ante el presidente de la tierra, jamás se dormirían. No era una hora sino varias las que pasaba en adoración, sin que jamás, desde 1912 hasta el día en que por última vez pudo hacerla, la vi yo cabecear una sola vez.
5) Sus penas y dificultades, nos decía, no las comuniquen a nadie, ni entre sí; vayan al Sagrario; allí recibirán la solución y el remedio.
6) Destinaba lugares especiales para cada vaso sagrado, para cada mantel, para cada ornamento; personalmente y con frecuencia revisaba la sacristía siendo causa de disgusto cualquier imperfección que encontraba. Si de nuestra ropa estamos al pendiente, cómo ante la ropa del Santísimo Sacramento vamos a comportarnos indiferentes?, nos decía.
7) Si nos veía platicar a deshora, nos corregía: Con razón se cometen tantas faltas si no viven en la presencia de Dios. Todo lo que se hace en la presencia de Dios tiene que salir bien.
8) El mundo se quedó atrás y desgraciada la casa de Dios donde se meten las cosas mundanas. Deben salir de casa, si bien arregladas, pero decentemente como religiosas nada más.
9) Se preocupaba de que las Hermanas estudiaran el catecismo e Historia Sagrada y leyeran los Santos Evangelios. Sujétense al Evangelio, que es nuestra guía, solía decir, para que así pudiéramos impartir con exactitud y fidelidad la clase de Religión.
10) Tenía muchas amistades, que dedicadas a la vida de sociedad y al dinero descuidaban la práctica de la religión; dejaba ella sus asuntos y personalmente les hacía ver su responsabilidad en la formación de sus hijos, sus obligaciones para con Dios, la necesidad de recurrir a la oración y a la meditación.
11) No una, sino muchas veces la oí decir; “No, esto es voluntad divina y hay que aceptar la cruz y llevarla con paciencia.
12) Un día encontrándome con nuestra Madre en los corredores, le dije: Madrecita, ¿cómo pagaré a S.R. todo lo que ha hecho por mi familia? Ella me contestó: “Amando mucho al Señor y siéndole muy fiel. Me gusta que sea agradecida, porque ningún ingrato va al cielo”; y como me mostrara algo extrañada, añadió: “Si, hija, en el cielo hay hombres que fue ron borrachos, impuros y hasta criminales, pero ingratos no, porque el ingrato no agradece a su Creador ni el beneficio de la redención”.
13) La gratitud robaba el corazón de nuestra Rvma. Madre; se fijaba mucho en este detalle que insinuaba en todas sus pláticas; al mismo tiempo manifestaba cuanto le desagradaban las personas interesadas, egoístas e indiferentes.
14) Siendo yo recién profesa, en una ocasión me porté mal; una Hermana me dijo que nuestra Madre me iba a mandar a mi casa; yo estaba muy afligida y llorando amargamente le pedí perdón de rodillas. Rápidamente ella me tomó con las dos manos, me puso en pie y me dijo: “No se arrodille, hija, entonces le repliqué: Es que una hermana me dijo que usted me iba a mandar a mi casa. Entonces me dijo con mucha ternura “Hija ante todo, soy madre, vaya a la capilla, pídale perdón al Señor y prométale que con su ayuda le será siempre fiel”.
15) Nuestra Madre procuraba seleccionar las oraciones indulgenciadas; pequeñas jaculatorias, que nos aconsejaba rezar durante el día para que por medio de ellas estuviéramos unidas más a Dios.
16) Era enamorada verdadera del Santísimo Sacramento. Yo le oí decir una frase que acostumbraba decir después de una lectura que se hacía sobre la Eucaristía: Yo, toda tuya; Tú todo mío; eternamente tuya; eternamente mío, Jesús, para Ti mi vida; Jesús, para Ti mi muerte. Y esto lo decía con una voz resonante como enardecida de amor a Dios que brotaba de lo más profundo del corazón.
17) En la capilla nos dirigía unas horas santas ante Jesús Sacramentado que iban unidas con la oración mental; quería que como ella lo hacía, lo hiciéramos nosotras; que tuviéramos una comunicación personal con Jesús; se manifestaba en ella el gusto y contento cuando veía a una hermana fervorosa, recogida, amante de la oración. Decía que por medio de las almas buenas, Nuestro Señor nos concedía muchas gracias; que le gustaba fuéramos piadosas y serviciales con las demás, que allí estaba la caridad.
18) Nuestra Madre demostró en varias ocasiones disfrutar de cierta clarividencia sobre problemas lejanos que afectaban a sus hijas. Dice una de ellas; cuando salí del noviciado me destinaron al colegio de San Luís Potosí para trabajar con el grupo de 6º año; las niñas eran de familias acomodadas, algo difíciles para someterse al orden y disciplina. Pensé sería bueno no hablarles más, darles clases y órdenes por escrito. Este problema solo Dios y yo lo sabíamos. El siguiente lunes me presenté en el salón; me saludaron y contesté con una inclinación. Continué mi trabajo todo por escrito en el pizarrón hasta las 11 que salieron al recreo. Llegó el cartero, recibí la corresponden oí que entregué inmediatamente a la Madre Superiora, la cual me dijo: Espere, veamos lo que dicen estas cartas. Al abrir la primera venía un recadito dirigido a mí: “Hermana Rosalía, el castigo que usted se propuso dar a las niñas no es bueno; jamás se debe negar el habla a ninguna persona. Obre de buena manera para que Dios la bendiga. La madre Superiora creyó que era, contestación a una carta que yo le había escrito a nuestra Madre; pero le dije, y afirmé, que no había escrito carta alguna sobre este asunto.
19) A la vez que nos inculcaba el amor a Dios, nos incubaba también el amor a la Patria, cuyas fiestas esperábamos con ansia, pues nos obsequiaba, según estuviera la bolsa, 20, 50 centavos para gastarlos a nuestro gusto; por la noche se preparaba un drama o comedia representado por las hermanas, que hacían las veces de los héroes.
20) Un día, estando yo lejos de nuestra Madre Refugio, le escribí para decirle que tenía una niña de malas costumbres, que si la despedía del colegio para que no contagiara a las demás; antes de enviar mi carta, me llegó una de ella en la que me decía: No despida a esa niña, pero sí vigílela mucho; téngala cerca de modo que oiga todo lo que dice y hace; así evitará que ofenda a Dios y ella (la niña) tal vez se corrija.
21) Nuestra Rvma. Madre nos exigía que la labor encomendada se hiciera con la mayor perfección por sencilla que fuera y solía preguntar; ¿Por quién está trabajando usted, hermana? Se ve que no lo hace por Dios; rectifique su labor; hágala de manera que Jesús quede satisfecho.
22) Nuestra venerada Madre era adictísima al Sumo Pontífice, a los obispos y superiores eclesiásticos. En 1926 fue preciso cerrar el colegio por no poder aceptar las condiciones que imponía el Gobierno para que siguieran trabajando los colegios católicos, Nuestra Madrecita cerró el colegio antes que aceptar esas condiciones.
Cuando el Excmo. Sr. D Pascual Díaz dispuso que se firmara un escrito aceptando el artículo 3º después de consultar el caso con el Sr. D. Pedro Benavides, el P. Esquivel y el Excmo. Sr. D. Rafael Guízar Valencia que le aconsejaron que firmara el escrito, aunque su parecer era “no claudicar ni ceder jamás”, obedeció, se firmó el escrito y se abrió el colegio.
A nosotras nos inculcó siempre gran respeto y veneración para el Vicario de Cristo y sus mandatos lo mismo a los señores obispos y sacerdotes.
23) Algunas veces nos parecía que adivinaba lo que pensábamos. Una vez se acercó una hermana a avisarle que se iba a la Hora de Guardia, y ella extendiendo la mano le dijo: ¿Qué trae usted ahí escondido? La hermana se sacó una carta que iba a mandar sin permiso. Nuestra Madrecita la amonestó con seriedad, pero a la vez con ternura, prometiendo la culpable que no lo volvería a hacer.
24) Nuestra Madrecita con mucha frecuencia nos recomendaba la íntima unión con Dios por medio de jaculatorias, visitas al Santísimo, el rezo del Santo Rosario, que durante el día en todas las dependencias donde había dos o más hermanas se oía rezar.
25) Nuestro saludo, en general, establecido por nuestra Madre era empleando la alabanza ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar! y se respondía: En los cielos, en la tierra y en todo lugar. Se practicó así aún entre las alumnas...Bella y santa costumbre que continúa hasta el tiempo actual.
26) “Oh Jesús, que infundiste en el corazón de nuestra Rma. Madre Fundadora, un amor extraordinario a tu Divina Eucaristía; por el amor que te obligó a quedarte con nosotros en este adorable Sacramento, te ruego nos concedas que un día la veamos en el número de tus santos. Tú, que siendo Dios vives y reinas por los siglos de los siglos.” (R,M. Rafaela Dávila)
27) El Sr. Pbro. Don Federico Escobedo dedicó a Nuesrta, V. Madre Fundadora su libro titulados “ENSAYOS DE ORATORIA SAGRADA” de la siguiente manera:
Para mi buena y santa madre Refugio Aguilar, alma y vida del Instituto de “Jesús Eucarístico” en nuestra patria: homenaje de profundo afecto y veneración del Autor. México, 12 de mayo de 1929.
28) Foto dedicada a N.V.M. Fundadora: “A la Madre Cuquita, nuestra noble bienhechora: Yolanda y Ana María Dulché.
29) Mi madre cristiana, mi madre modelo, mi madre la fundadora, la que no contenta con haber llevado a su hija por el camino inmaculado de la Religión de Cristo, quiere rodearse de vírgenes que se consagren al Señor totalmente y para siempre y no satisfecho el anhelo de su alma quiere acercarle al Cordero inmaculado, las almas de azucena, de las palomitas que tiene a su lado.
¡Cómo recuerdo a aquella madre que atareada se encontraba haciendo flores de papel tizú para el Monumento de la Orden Tercera, recibiendo en junio los preciosos ramitos adornados de hojita de naranjo, aseando el Templo los lunes con las novicias y siempre al lado de Jesús.
Los recuerdos de mi infancia son haberla visto siempre, ya de Maestra de novicias, ya de Ministra; pero siempre entregada a la vida del espíritu. Habiendo yo practicado de tres años los ejercicios espirituales acompañando a mi cristiana madre. María Teresa. Cancino Aguilar.
30) FRAGANCIAS (Libro de Preparación) DEDICADO A LAS DAMAS DE LA SOCIEDAD MEXICANA.
SRA. MARIA DEL REFUGIO AGUILAR.
Su CARIDAD ardiente, inagotable,
va REPARTIENDO con amante celo;
hacer el bien es su constante anhelo,
cariñosa, abnegada, infatigable.
Si un desgraciado su ayuda implora,
nunca su mano lo rechazó;
todo el que sufre encuentra en ella
tiernos consuelos en su dolor.
Siempre abnegada y cariñosa
ha conquistado por su bondad,
gratos elogios de simpatía
que le tributa la sociedad.
(Anónimo)
31) Transcribimos la opinión de una de las Religiosas de nuestra Congregación una de las características de nuestra insigne Fundadora era su ESPÍRITU DE ORDEN. Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. Este era el LEMA que llevaba a la práctica hasta en los más mínimos detalles.
Constantemente se acompañaba de la Madre Carmen para poner en orden toda la casa, a tal grado, que por el orden y limpieza de la casa se leía, como en un libro abierto, su elevación hacia lo sobrenatural y su gran estima de la perfección.
Es muy agradable el testimonio que se da cuando se arreglan las cosas con todo el fervor con que se ama a Dios. En una ocasión oí exclamar a una persona que visitó la casa de la Av. Chapultepec: “Esta casa era un pedazo de cielo; reina un orden que verdaderamente edifica; tuve la curiosidad de contar más de cien macetas en las cuales no se veía una sola hoja seca si este cuidado tiene en las cosas, ¿cuál no será su preocupación por las almas?”.
RECORDANDO...
A nuestra Venerada Madre Fundadora
María del Refugio Aguilar de Torres
En el Centenario de su Nacimiento 1866 - 1966.
Tu vida a través del Sol Divino
irradiaba virtudes cada día
Atraías a las almas una a una en pos de la Divina Eucaristía.
En las luchas y penas de la
vida siempre al pie del sagrario.
Mar inmenso de paz y de esperanza
faro de luz hallaste en lontananza.
Tu caridad, palpamos tantas veces,
nunca trocada por el desconsuelo,
llamabas la atención con sabio anhelo;
jamás sembraste la desesperanza.
Tu obediencia fue constante ejemplo.
Al escuchar la voz de la campana,
hijas, dulcemente nos decías:
“Estad atentas cuando Dios os llama”.
¡Ah si pudiera vivir aquellos días
de claras enseñanzas, santo ejemplo!
La caridad fraterna te atraía,
activa fuiste en todos los momentos.
Cayó la tarde, va el día declinando,
es muy pobre mi verso todavía,
doquier tus hijas, contritas recordando.....
¡Tu natalicio, tu amor de Eucaristía!
Afma. Hija en Cristo.
Mariana Barcena
R. M. S. S.
Casa de San Salvador
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