lunes, 11 de mayo de 2009

Hermanas Mercedarias, una misión de amor


Cada muerte deberia ser un elogio a la vida. Así lo interiorizó Maria del Refugio Aguilar y Torres, luego de perder a su esposo y a su hijo, a causa de una enfermedad mortal. Quedó sola con su pequeña María Teresa en su natal México, su situación la llevó a refugiarse en los ejercicios espirituales dirigidos por Fray José Sánchez Primo, logrando la reconciliación con Dios y el reconocimiento de su nuevo plan de vida: la salvación de los niños y los jóvenes a través de la educación.


FUENTE: COMUNIDAD DE IBAGUÉ


Origen de la comunidad

Era el año 1895, cuando María del Refugio se prepara para ingresar a la Tercera Orden Franciscana, buscaba dar forma a su fundación educativa. La contemplaría como aquel espacio dónde se infundiría y difundiría el amor por Jesucristo Sacramentado, aquel lugar dónde se propiciaría el saber con base en la cultura de la gente, derivada de su propia realidad. Un refugio para quienes la educación había sido esquiva. Por esa época, el Presidente mexicano, General Porfirio Díaz, realizó varias reformas educativas, una de ellas favoreció posteriormente la labor de la religiosa, el derecho de la mujer para acceder a la educación superior (Casasola, 1971). Intrínsecamente, ésta fortaleció el proyecto educativo secular, pues era en la figura de la mujer que ella vislumbraba el cambio social, por los dotes naturales como ser espiritual, amorosa, devota, disciplinada, llena de coraje y sabiduría.

Se acercaba el año 1910 y con ello la Revolución mexicana. Díaz, considerado por sus detractores como un dictador y favorecedor de las elites, se enfrentaría a un pueblo sediento de reconocimiento y de beneficios populares. "La educación por ejemplo era un privilegio de la clase media y alta, la atención a la clase obrera y a la población rural era mínima (Espinosa Carbajal)".

De esa desigualdad, violencia, hambruna, corrupción y desasosiego generados a partir de la desfasada administración política y la subyacente prerrevolución, María del Refugio Aguilar, anuda esfuerzos y funda el 25 de marzo de 1910, el Apostolado de Jesús Eucarístico. Ese mismo año, el 16 de abril, la mano de Monseñor José Mora y del Río bendice el primer Colegio del Santísimo Sacramento.


Aquí comienza su verdadero apostolado. Su vida empezará a girar entorno a la comunidad y la escuela, al alimento del espíritu a través de la comunión con Cristo Redentor, a la caridad con quienes la rodean y a procurar el bienestar espiritual y moral de la comunidad educativa, la gratuidad en la educación fue su compromiso, tanto como el alimento de su espíritu a través de las obras de misericordia.

Entre 1921 y 1948, época de grandes cambios sociales y persecución eclesiástica, la joven Congregación, pese a los temores propios de estas situaciones de orden público, avanza decididamente y es puesta por orden de su fundadora bajo el patrocinio de la Virgen de la Merced redentora de los cautivos al darse la agregación del Instituto a la Orden Mercedaria, que desde 1948 lleva el nombre de Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento (HH.MM.S.S)


Principios Pedagógicos

La construcción de un ideal educativo estuvo definido desde siempre: integrar la fe con la pedagogía. La Madre María Teresa Cancino, se encargó de replicar la labor de su madre cimentando la idea de la formación integral de la niñez y la juventud, desde el amor a Dios y al conocimiento, en las 87 Instituciones Educativas Eucarísticas ubicadas alrededor del mundo. Estos principios postulan una educación evangelizadora, asumida con gozo y vivída con intensidad.

El modelo pedagógico fundamentado sobre los tres principios estructurales de PIEDAD, CIENCIA y AFECTO, busca la formación integral de la comunidad Eucarística apoyados por las virtudes humanas como la sabiduría, la inteligencia y el entendimiento. Este modelo aplicado al contexto actual de los dos actores principales, niñez y juventud, resulta todo un reto a la paciencia y a la integridad filosofal, pues la PIEDAD se afecta cuándo la indiferencia es expropiada por la banalidad, por el consumismo desmesurado y la ausencia de criterio para elegir lo conveniente. Pese a esto, la enseñanza eucarística tiene raíces tan sólidas que brinda al discente la capacidad de vivir el valor a través de su sentido misionero.

La CIENCIA, dentro de la congregación, está íntimamente ligada a la fe, una fe que es parte del reconocimiento de la realidad circundante. Por notables razones, la configuración del conocimiento, hoy, posee matices que antes eran impensables. Se puede conocer un lugar sin estar en él. Los medios de comunicación configuran, hoy por hoy, la realidad, lo cual le plantea el reto de actualización constante al maestro eucarístico.

El AFECTO, tercer pilar, es quizá el más vulnerable. Un mal gesto, una palabra inapropiada, un acto de violencia aún cuándo no sea verbal, interfiere con la aprehensión de este principio humano. La labor del maestro en este aspecto se enfoca a fortalecer la autoestima y autodeterminación en cada uno de sus educandos. Cuando se comprende la materia y el alma del hombre como unidad de Dios, los estudiantes relacionan su semejanza con el otro, y es allí dónde procurarán su respeto.

La escuela eucarística en su estructura pedagógica redentora se convierte en un nuevo sagrario de instrucción y formación, donde cada uno de los miembros de la comunidad educativa es una hostia viva, que refleja en la cotidianidad su papel de misionero comprometido.
La presencia de las HH.MM.S.S en12 países confirma la vigencia de la Madre María del Refugio Aguilar. Su filosofía impartida desde las aulas se hace vigente y presente en cientos de proyectos de vida que se forjan diariamente.
Desde la educación pastoral, espiritual y de valores, la comunidad Mercedaria siembra un nuevo estilo de formación basado en la pedagogía del amor. ¿Esto que implica? Abonar en los corazones de las niñas y los niños una semilla capaz de irradiar el amor a través de sus actuaciones. El reto de estos pequeños cuándo egresen no será solo de servir profesionalmente a la comunidad, sino de dignificar la persona humana mediante el servicio al otro, la participación en los sacramentos y la glorificación a María.

Egresar personas capaces de asumir responsabilidades, con criterio formativo y aceptación de su condición potencia la labor de la Comunidad Eucarística, Labor que comienza en el hogar, como primera institución formativa y se va extendiendo hacia la escuela. Allí se termina de pincelar la obra de Dios. Obra que funciona dentro de una triada: Dios ? Escuela - Familia.
Bajo esta línea y con un núcleo común, la Congregación ameniza el saber para estar a la vanguardia de las jóvenes mentes. Sus nuevas formas de percibir el mundo suponen todo un reto para la docencia eucarística, en dónde se reconoce que aunque los valores se han trastocado, la lucha sólo tiene una herramienta de defensa: el amor. Por esto, se ensalza a una voz la pedagogía de la Madre María del Refugio: "Hagamos todo por amor. Nada por la fuerza, sino por la fuerza del amor".


Todo lo anterior, es sinónimo del trabajo que no ha cesado desde el momento en que fue impulsado por el Espíritu Santo en la persona de la adre Fundadora, un trabajo no ajeno a los retos del mundo ni lejano a las necesidades de los jóvenes. Es un acontecimiento cercano a la vida del hombre y la mujer, que tiene como principal objetivo la liberación desde la educación. El servicio pastoral de la congregación sigue hoy como ayer promocionando a los jóvenes para que tengan un papel preponderante en la construcción de un nuevo capítulo de nuestra historia.

A las puertas del Centenario de la Comunidad de las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento continúan abiertas, en espera del ingreso de nuevas semillas cuya función radique en continuar la labor de la Madre María del Refugio Aguilar de Torres: Evangelizar con María a la luz de la Eucaristía.

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